viernes, 17 de septiembre de 2010

Sí, es otra tonta película de vampiros

Ya estrenaron en Lima la patética parodia de la saga de Stephanie Meyer. Para quienes aún no hayan oído hablar de ella, es la escritora estadounidense que puso de moda una vez más a los vampiros y licántropos, a los amores imposibles y a los adolescentes incomprendidos. Autora de grandes éxitos de ventas como Crepúsculo, Luna Nueva, Eclipse y Amanecer, Stephanie Meyer alcanzó renombre internacional con las versiones cinematográficas de sus obras.
Actualmente, se han estrenado con un espectacular éxito de taquilla en todo el mundo, más de 2 billones de dólares en total, tres de las cuatro películas que narran la historia de amor de Bella, Edward y Jacob, correspondientes a cada una de sus novelas. Un triángulo amoroso que ha causado un furor en los adolescentes, y en mayorcitos también, que por supuesto ha sido aprovechado colosalmente por el estudio Summit Entertainment, encargado de llevar la ficción a la gran pantalla y máximo beneficiado con las ganancias.   
La historia, en el cine, trata de una joven de preparatoria que se muda una temporada con su padre al pueblo de Forks, al norte de Estados Unidos. Lugar en el cual desequilibrará a más de uno. El primero  de ellos es su mejor amigo de la infancia, Jacob Black, perteneciente a una tribu de indios americanos Quileute, protectores de los bosques y de la naturaleza viva. El segundo es su enigmático compañero de escuela, Edward Cullen, quien pertenece a una numerosa y respetada familia del lugar.
Ambos muchachos se repelen por razones que trascienden al amor que sienten por Bella, Isabella Swan, la protagonista de la historia. Son enemigos naturales, Jacob es un licántropo y Edward es un regenerado vampiro vegetariano. Conviven cerca por una cuestión diplomática, pero más allá de eso cada uno representa valores antagónicos, uno es vehemente, libre, fuerte y alegre; el otro es delicado, taciturno, tradicional y hermoso. La obra trata de la pugna entre ellos por Bella y de angustia de ambos ante su decisión de convertirse en vampiresa.       
La saga literaria no es del todo desdeñable a pesar de caer en típicos clichés, empezando por el tema. No se puede decir lo mismo de las películas, que por el contrario muestran comportamientos y discursos altamente disforzados y huachafos en los protagonistas que difícilmente contribuyen a hacer verosímil la ficción. Son estas deficiencias de las que se valen los creadores de “No es otra tonta película de vampiros”, en la que satirizan esos momentos y acciones ridículas haciendo reír a quienes están hartos de tanto patetismo tragicómico.
Desgraciadamente, esta entrega es aún más mediocre que las tres cintas de Crepúsculo juntas. La gracia de este corto resumen, 80 min, de la hasta ahora trilogía cinematográfica, radica básicamente en los golpes. Las situaciones románticas entre los protagonistas son transformadas sistemáticamente en momentos violentos y embarazosos sin ton ni son. Al mismo estilo de sus predecesoras “No es una tonta película americana”, “No es una tonta película de amor”, “No es una tonta película épica” y demás, esta es también una comedia bastante ligera y simplona, cuyo éxito radica en que un grupo de adolescentes tengan una excusa para ir al cine, reírse en voz alta, hablar en las salas, echarse canchita unos a otros y básicamente ser ellos mismos los artífices de su propia diversión, y no la película. En estos días, no cabe duda de que cualquier representación trivial puede ser un buen negocio. (*Tabatha Grajeda)        

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