miércoles, 1 de septiembre de 2010

Con esta policía... ¿Qué esperamos?

“Persínate”, “ten cuidado”, “mejor que alguien te acompañe”. Estas son frases que nos hemos acostumbrado a escuchar a diario antes de salir de casa. Y es que la inseguridad ciudadana se ha vuelto un problema recurrente en Lima. Todo indica que debemos cruzar los dedos o encomendarnos a nuestro santito más querido cuando estamos en la calle. Y una vez que sucede el agravio, estamos tan habituados a la ineficiencia de la policía que no nos molestamos en denunciar el hecho. ¿No sirven para nada? ó ¿Exigimos mucho?


La cultura peruana esta tan decidida a culpar al otro que nunca nos ponemos en sus zapatos. Mientras esperamos ayuda, ¿Quién ayuda a la policía? En los últimos años se han desencadenado una serie de eventos que generan la perdida de identidad de esta institución y, por ende, su mal funcionamiento.

La Policía Nacional del Perú tiene que aferrarse, por obligación, a costumbres y tradiciones que no les permite dar un salto tecnológico hacia la modernidad. Funciones complementarias son tomadas como si fueran las principales. Este es el caso de la regulación del tránsito donde estos hombres de la ley se desempeñan como semáforos o se colocan debajo de ellos para que los conductores obedezcan sus señales. Esa no es su actividad. La policía se debería centrar en la investigación de accidentes de tránsito, control de conductores, vehículos robados, entre otras, pero descartando al policía-semáforo.

El Estado Peruano, también, ha permitido que otras instituciones se vayan posesionando de funciones y atribuciones que son propias de la policía: El Ministerio Público, que por naturaleza se fundamente en la defensa de la legalidad, pasa a convertirse en una entidad que dirige la investigación policial; y la Criminalística, ciencia policial por excelencia, será manejada a través de laboratorios. De la misma manera, los gobiernos locales vienen creando grupos para-policiales a través del serenazgo que se les reconoce y se les permite que administren justicia. ¿Dónde queda la identidad y labor de nuestros uniformados?

Además, nunca se les podrá administrar adecuadamente mientras estos guardianes de la ley tengan la autorización de trabajar durante sus 24 horas. El Comando no puede disponer de un policía que tiene la mente más puesta en su actividad civil: es un efectivo de medio tiempo. Esta medida, si bien se dictó en la década pasada para aliviar los bajos sueldos y salarios que recibían, ha pasado a institucionalizarse y La Policía Nacional del Perú permite que se alquile o rente al mejor postor. La suspensión de esta medida, debe implicar necesariamente un incremento en los haberes policiales, aspecto en la que el Estado Peruano a través de sus gobernantes, ha estado negándole a la institución.

Por lo tanto, no se puede exigir una adecuada labor policial y, menos, esfuerzos individuales, cuando no hay una apropiada administración de esta institución que logre elevar su identidad. Los uniformados son trabajadores que arriesgan su vida por el bienestar de nuestra sociedad, pero no pueden cumplir con eficiencia esta función cuando luchan, no solo contra la delincuencia, si no tambien, contra un estado que los enmarroca en condiciones paupérrimas y luego pese a su ardua labor, los encarcela con un reconocimiento mínimio.


Luciano Olivos Carrascal

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