miércoles, 15 de septiembre de 2010

Asia, el mundo plástico

“Se ven las caras, pero nunca el corazón” (Ruben Blades, plástico)

El texto de Marshall Bergman “El modernismo del subdesarrollo” expone las diversas contradicciones de la ciudad rusa de San Petesburgo con respecto a su querer entrar al mundo moderno europeo del siglo XIX. Bergman centra su relato en la avenida Nevsky, calle majestuosa y eje del cambio de San Petesburgo; en donde las mayores reformas de la ciudad aparecen con fastuosidad y máxima elegancia. La sociedad petersburguesa sale a la luz cuando transita por esta calle y la recorre, de un lado a otro. La ciudad, con más irrealidad que realidad, vive el sueño idílico que los zares les han propuesto. Todos terminan inmersos en el desarrollo aparente y la hipocresía se toma como verdadera.

Esta visión, que expone claramente Bergman en su texto, puede ser revalorizada y redescubierta en el mundo moderno. Países que son aun del llamado “tercer mundo” pueden tener su propia calle nevsky y mostrar un falso paraíso. El boulevard de Asia, aquel “oasis” de diversión que se encuentra a 97 kilómetros de Lima, parece ser un claro ejemplo.

El boulevard tomo vuelo en el nuevo siglo y es ahora el lugar predilecto para que los jóvenes limeños se diviertan. La calle nevsky adopta ahora una visión más juvenil, pero no por esto menos representativa de nuestra sociedad. Los chicos y chicas caminan, conversan de “a quien vieron por ahí” y desean representarse como sujetos malos, “cancheros” que se conocen todas las movidas. He aquí el primer signo de contradicción: El aparentar, el pretender ser algo que no eres por estar en un sitio predeterminado. Jóvenes de bajas clases socioeconómicas ven Asia como un “querer ser”, como un sitio en donde uno cobra más relevancia y adquiere un nuevo status. El boulevard adquiere así otro nivel, intrínseco y factico, que lo hace relevante a los ojos de todos nosotros.

¿Estos son pasos de desarrollo? No. Esto es vivir en un mundo que no corresponde y probablemente nunca corresponda en una sociedad como la nuestra. Esos son los peligros de un afán modernista popular dentro de un contexto diferente. Se puede sentir la extrañeza dentro de lo más perfecto. Todas las personas poseen la opción de la decisión versus la presión social, del elegir o no hacerlo. Se estará dando un paso adelante cuando los jóvenes logren decir lo que dijo alguna vez Barletby, el escribiente: “Prefiero no hacerlo”.

Disculpen si he generalizado mucho a los jóvenes que asisten a Asia. No todos son así y hay algunos que van por el simple hecho de pasar un buen rato con sus amigos de verdad. Lo que yo critico es la falta de conciencia, la irrealidad de algunos jóvenes y la pérdida de sentido que nos trae el modernismo del subdesarrollo.

Javier Wong

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