viernes, 3 de diciembre de 2010

Wikileaks: cuando las consecuencias pasan a un segundo plano

Hace algunas semanas un escándalo remeció a todo el mundo. Wikileaks, una organización internacional que publica en su web informes anónimos y documentos filtrados de interés público,  puso al descubierto comprometedores secretos diplomáticos de los Estados Unidos que evidencian su política de espionaje. El caso tuvo un gran impacto mediático debido a que en el informe se vinculaban a poderosos personajes de la política mundial.
Pero este fue solo el punto de partida de una serie de revelaciones que han puesto en tensión a todo el mundo. Todos temen que se publique alguna información estratégica o confidencial. No debe ser fácil para ningún sistema de inteligencia ver cómo sus estrategias son de conocimiento público.
Ya se ha ubicado al dueño de este medio, pero aún no se conoce realmente quién o quiénes están detrás de estos informes. Aún no sabemos quiénes son estos héroes, para algunos, o villanos, para muchos.
Sin duda la plataforma Wikileaks representa una herramienta muy importante (aunque de doble filo) para del periodismo (sobre todo de investigación) por el poder que está teniendo en el intento de desenmascarar el modus operandi de los principales gobiernos.
Sin embargo un tema de fondo que merece atención es la paradoja entre la misión de quienes informan con la responsabilidad social-mundial que esto implica. Independientemente de la veracidad en el contenido de los informes publicados por Wikileaks en su página web, lo que se cuestiona es el impacto que este nuevo fenómeno pueda generar. No debemos olvidar que la misión de informar no impide actuar con responsabilidad.
En estas semanas hemos visto cómo se ha alterado la política internacional. Se ha vivido un clima tenso, de preocupación, mientras los principales gobiernos armaban posibles respuestas para enfrentar una eventual situación. Esto, sin duda, modifica las agendas internacionales y perjudica las relaciones entre algunos países.
Asimismo, como bien puede resultar una herramienta útil para el periodismo, puede, también, generar, como medida desesperada, mecanismos de opresión. A lo largo de la historia hemos visto una confrontación entre quienes buscan informar y los gobernantes. Antes, eran estos últimos los que tenían el control, hasta que se instauró el concepto de “libertad de expresión”. Sin embargo, en esta nueva época, marcada por los adelantos tecnológicos, esto podría dar nuevamente un giro, pues nos damos cuenta de que los informantes (en este caso Wikileaks) tienen la ventaja en tanto que usan la tecnología a su favor. Por lo pronto no hay nada con lo que estos gobiernos puedan combatir, entonces no es ilógico pensar que puedan llegar nuevas “leyes mordaza” que busquen atenuar el flujo de estas informaciones que están poniendo al desnudo las irregularidades de los países.
El panorama es muy incierto. Cualquiera que sea el fin que persigue las fuentes de Wikileaks, esto puede traer consecuencias negativas para el mundo. Soportes como Wikileaks son muy riesgosos porque puede permitir, en un futuro, que lo que hoy ocurre con las relaciones diplomáticas de diversos países, se extienda a ámbitos locales y personales.




Ego Agurto V.

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