miércoles, 17 de noviembre de 2010

Vuelve con buen pie


Aprovechando los descuentos del domingo pasado, Día del Cine, fui con mi hermana y mi novio a ver la última película de la encantadora Julia Roberts: “Comer, Rezar, amar”. Esa pelirroja americana que desapareció por un tiempo de la mirada pública para entregarse al disfrute de sus pequeños mellizos vuelve recargada en un papel que reúne características de algunos de sus personajes más celebrados, pero de una manera más intimista.
En el 2010, ya de vuelta en el ruedo, Julia nos sorprende a todos para bien con una entrega que muchísimas mujeres adorarán. Repito, ¡Mujeres! Y sin ánimo de excluir, esto caballeros, es por su bien. Al finalizar la película pude constatar que sendas féminas sonrientes abandonaron la sala visiblemente satisfechas, y los pocos acompañantes masculinos que la vieron no se veían muy entusiasmados. Mi mismo enamorado cayó dormido durante medio filme, y luego escuché comentarios desfavorables tanto de él como de más de un amigo hombre.
Para no hacerla larga, la cinta se centra en Liz Gilbert (Julia Roberts), una mujer que atrapada en una vida buena, pero monótona e insatisfactoria, decide reencontrarse a sí misma en medio de una vorágine de recuerdos y hábitos que hicieron que pierda rasgos particulares  que definían su carácter. Por ello, se anima a viajar por su cuenta, sumergiéndose en un individualismo positivo que le permite alcanzar un nivel de equilibrio, que luego se ve alterado por un dilema que la empuja a tomar acción.
Lo maravilloso de la trama es que no nos lleva al típico romance americano, en el que todo se sucede en poquísimo tiempo y de manera casi irreal, como en una las favoritas: “Definitivamente no te quiere”. Aquí, la pausa, la reflexión y el análisis resultan trascendentales para lograr la metamorfosis en la protagonista como sucedería en la vida real. Para lograr esta sensación de transcurso de tiempo, el director, Ryan Murphy, hace uso de elementos como la introducción del público, a través de Liz, a nuevas realidades geográficas y sociales, los flashbacks y evita el diálogo excesivo.
El acompañamiento musical no es arriesgado, pero resulta efectivo y agradable. El color de la imagen da un aire natural a las situaciones, pero como todo en Hollywood, no se pierde el glamour. El elenco es internacional y las actuaciones son buenas. En personajes medulares vemos a celebridades como James Franco, Richard Jenkins, Viola Davis, y por supuesto el guapo español, Javier Bardem. Sin embargo, la historia no se distrae del eje central, Liz y su proceso de redescubrimiento de sí misma, por exhibir al coprotagonista masculino guapo y fuerte, típico héroe presto para socorrer a la damisela en apuros, que al final se roba el show. No, no se emplea ese recurso, para bien de todas.  
Sin más, chicas, les recomiendo que llamen a sus amigas y vayan a deleitarse con una entretenida película solo para nosotras. Por favor no pretendan imponer a los varones una pieza con un enfoque que difícilmente comprenderán. ¿Será cuestión de género? Quizás, pero evítense malos ratos y disfruten.

*Tabatha Grajeda Heredia

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