jueves, 25 de noviembre de 2010

La injusta visión de la mujer en el periodismo

Hablar de periodismo en el Perú es mencionar nombres como Enrique Zileri, Gustavo Gorriti, César Hildebrandt, entre otros. Probablemente si preguntamos a un ciudadano común quién es el mejor periodista del país, dará como respuesta un nombre masculino; es más, el solo término periodista se asocia, injustamente, al hombre.

La sociedad no reconoce el papel que ha tenido la mujer en un terreno tan abrupto como el periodismo, en donde ha combatido, basándose en los principios básicos de esta profesión, a favor de la libertad de prensa. Tal vez sea por la mala imagen que siempre se le ha dado a la mujer dentro de la sociedad o puede ser el miedo del hombre a verse opacado por el intelectualismo femenino lo que lleva a adoptar, probablemente de forma involuntaria, formas de opresión. Como diría la licenciada Inmaculada Jiménez Morell, en su libro ´ La prensa femenina en España ´:
“Ahora bien, no siempre son capaces, sobre todo ellos (los hombres), de concretar qué papel ha de representar la mujer en la sociedad soñada, cuando desaparezcan todos los mecanismos de opresión.”
El periodismo puede ser una actividad arriesgada, peligrosa en ciertas ocasiones. No es fácil tener que lidiar con quienes controlan el poder de un país que parece estar muy enfermo por el virus de la corrupción, a pesar de proclamarse demócrata. Paradójicamente, el periodismo y la política son actividades afines y complementarias. Ambos están dirigidos al bien de la sociedad, aunque existe entre ellos un conflicto de intereses. Los políticos pueden -y lo hacen- abusar del poder que los ciudadanos les dan para intereses ajenos a éstos, y es ahí donde el periodismo interviene, investigando, acusando, poniendo en evidencia las irregularidades que van contra el bien común. Federico Utrera, en su libro ´Memorias de Colombine, la primera periodista´, dice:
“El periodista, de ambos sexos, ha de unir a todas las condiciones de literato su estilo conciso, vibrante, con más ideas que palabras y el ardor apasionado de los combatientes del ideal. Tiene que tener el periodista valor para decidir la verdad, como se la ordene la conciencia, integridad para que su palabra sea respetada, y entusiasmo para comunicarlo a los lectores.”
Sin embargo algunos se cuestionan qué tan veraz puede ser este ejercicio que no solo depende del periodista, profesional que se ha formado bajo los valores éticos y principios que esta práctica exige, sino del dueño del medio, quien es ante todo un empresario que tiene como socios a diversos grupos que no necesariamente tienen el compromiso de obedecer los códigos periodísticos si es que atentan contra sus intereses (en el mejor de los casos se ubican en la frontera entre sus intereses y los “códigos” de los medios).  A pesar de esto no se debe asociar a la figura del periodista con la de un prócer de la verdad, ni a la del dueño del medio con la de un villano, pero hay que reconocer que el periodismo no es una actividad que genere ingresos por buscar el bien de la sociedad, difundiendo noticias que busquen el bien común. De hecho los principales ingresos que perciben los medios provienen de la publicidad y de otros factores.
Más que del afán de informar a sociedad, muchas veces se gana por “vender noticias”, y no necesariamente se debe malinterpretar esta frase. “Vender noticias” puede implicar darle un giro a una noticia u otro sentido, por más sutil que este sea, rozando el límite de lo permitido en los “códigos” de los medios, de tal forma que se logren ciertos intereses que benefician tanto al medio como a su contraparte, y que puede, o no, alterar el ambiente político, económico, social, etc. (aquí se tomará en cuenta si se “rozó” o se salió del límite de lo permitido por un medio). Por todo esto aún se discute sobre quién tiene más poder, quién controla a quién: la prensa o la política y si realmente la prensa representa el cuarto poder del Estado.
El periodismo siempre ha tenido un panorama abrupto, mafioso, riesgoso y hasta incierto, pero esta problemática no es reciente. Desde los orígenes de esta profesión, los periodistas han tenido que luchar contra toda clase de regímenes e incluso muchos han sacrificado su vida por defender sus principios. Frente a todo esto surge la interrogante si una mujer es la persona más adecuada para enfrentar esta realidad.
Se puede decir que el periodismo femenino nació de la literatura, y se le puede ubicar varios siglos atrás, cuando la mujer se dedicaba a esta actividad para exponer su visión de la realidad. Entre el siglo XIX y XX surgieron varias exponentes de este movimiento como la gran literata Clorinda Matto de Turner o María Jesús Alvarado. Las mujeres poco a poco fueron teniendo un lugar en las salas de redacción de los diarios, revistas de la época y en los demás medios de comunicación. Incluso algunas formaron su propia revista como es el caso de Caretas, bajo dirección de Doris Gibson. A pesar de este significativo avance, aún no tenían una formación práctica en esta profesión.
Sin embargo el mundo ya no era el mismo, las mujeres eran cada vez más libres de opinar y se abrían así nuevos pensamientos, perspectivas y necesidades en el público; es así como aparecieron las escuelas de periodismo. Con práctica y teoría adquiridas, las nuevas mujeres periodistas supieron adaptarse a las nuevas necesidades del público y se fueron afianzando en diversas ramas del periodismo. Hoy en día ya no solo las vemos presentando noticias, sino que tienen labores más activas en el periodismo como reportear, e incluso cada vez vemos más redactoras y columnistas en los diarios, pero aún no se logra afianzar en cargos más importantes de dirección de medios, por eso cabe preguntarnos qué tan fuerte es su presencia realmente en el periodismo y si esto afecta contra su credibilidad.
A nivel internacional el panorama aún no es muy alentador. Diversos monitoreos confirman que la presencia de la mujer en la tarea e importancia de difundir noticias no está tan marcada (y por lo tanto no es tan importante) como la del hombre. Por ejemplo en el año 2000 la WACC (World Association for Christian Communication) realizó un monitoreo mundial de medios y determinó que una cifra considerable de la información producida por los medios (41%) es a través de mujeres periodistas; sin embargo su presencia en el contenido de los medios es de solamente 18%, contra 82% de la información proveniente de hombres. El mismo sondeo revela que existen cifras elevadas que demuestran que algunas ideas sobre la labor de la mujer en el periodismo que actualmente se consideran “estereotipos” siguen vigentes. Por ejemplo en aquel año las lectoras de noticias en la televisión eran el 36% y en radio el 41%. También quedó demostrado que su función está más ligada a cuestiones prácticas que dirigenciales, pues las reporteras de televisión representaban el 64%, las de radio el 72%, y las de prensa escrita el 74%. Como se puede notar, existen varios obstáculos que impiden el liderazgo de la mujer en esta profesión, como la imagen que aún tienen en la sociedad, pero es innegable que su función dentro del periodismo ha crecido, y sigue creciendo, a pasos agigantados.
Tal vez sea el momento de, finalmente, darles el crédito que merecen y reconocer su esforzada labor en el periodismo, donde ha tenido que luchar contra una sociedad tan parcializada que lo único que ha hecho es retrasar su crecimiento. El aporte de la mujer en la constante lucha a favor de la libertad de prensa es valioso y no deberíamos despreciarlo, pues, mientras más grande sea el número de periodistas, mayores serán las posibilidades de rescatar al buen periodismo.



 Ego Agurto V.

1 comentario: